La fluidez del Manierismo: El legado de Bernardo Bitti en la pintura cuzqueña
La pertinencia de la investigación sobre la pintura cuzqueña de Teresa Gisbert (1926–2018) y José de Mesa (1925–2010), arquitectos, historiadores e investigadores bolivianos de ascendencia española; radica en la experticia y erudición de estos autores con respecto al tema del arte colonial y el arte barroco mestizo en sudamérica. Los más de 40.000 documentos históricos e investigaciones reunidos en su colección donada por sus hijos en 2019 a la Fundación Banco Central de Bolivia son sin lugar a dudas, patrimonio histórico del arte latinoamericano.
La minuciosa descripción de hechos históricos, como también la descripción y análisis estilístico de cada pintor y de varias obras del arte cuzqueño, revela la resistencia y la verdadera identidad del barroco mestizo en el periodo colonial, desde la llegada de las escuelas pictóricas hasta la emancipación de los pintores mestizos frente a los cánones estéticos impuestos por los maestros europeos desde su llegada hasta finales del siglo XVII.
Para comprender la identidad del barroco mestizo de la escuela cuzqueña es necesario iniciar desde la llegada de las academias de los pintores europeos al Perú. En esa instancia surgen los nombres de: Bernardo Bitti (1548–1610) de estilo manierista con fuertes influencias italianas, Mateo Pérez de Alesio (1547–1607) con interés en la pintura decorativa y la realización de frescos con influencias manieristas; y Angelino Meodoro (1507–1633), influenciado por la escuela sevillana con estilo manierista naturalista; los pioneros, fundadores y principales maestros del desarrollo de la pintura de la colonia a lo largo de los Andes en el siglo XVI. De los cuales me enfocaré en la influencia y el legado de Bernardo Bitti en el desarrollo de una identidad pictórica de la pintura mestiza.
El jesuita italiano Bernardo Bitti (1548–1610), es considerado el más grande pintor de Suramérica en el siglo XVI y el más influyente en los pintores posteriores a él debido a que fue el fundador de la mayoría de las escuelas pictóricas del Perú y referente para muchas otras que surgieron de sus alumnos.
Respecto a las influencias de la obra de Bitti: “El profesor Soria, quien ha descubierto y estudiado al pintor, hace un detenido examen de ellas analizando los artistas que durante ese periodo predominaban (…) llegado a la conclusión de que el arte de Bitti se desprende directamente de Vassari, Zucchi y los hermanos Zuccari”[1]. También mencionan los autores un leve acercamiento a la obra de Parmegiano y Pontorno.
Sabemos que Bitti se inició en la pintura alrededor de sus 15 años en su país natal, antes de sus 20 años ingresa a la Compañía de Jesús, donde ya pintaba con destreza y desde la cual en 1573 fue asignado a una expedición Jesuita con misión evangelizadora en América.
Al llegar al continente americano, en el Perú Bitti se encuentra con tímidos y escasos precedentes de la pintura. Esto debido a que el continente no llevaba un siglo de descubierto y a este punto de la conquista española el traer valiosas obras de los grandes maestros europeos era exponer a la pérdida con el riesgo de naufragio en los meses de viaje en navío. Sin embargo, era posible la llegada de tablas y grabados de representaciones flamencas o con influencias italianas, que se convertían en modelo para los primeros y limitados pintores del nuevo continente (la mayoría de ellos desconocidos hoy ya que poco se acostumbraba firmar las obras). Podemos mencionar una tabla de La Virgen con el Niño, de la colección de la señora Teresa de Orihuela, de Cuzco. Influenciada por las madonas italianas de aquella época, atribuible según los autores a Jan Metsys (1505–1575) de la escuela de Amberes en Flandes (actualmente situada en territorio de Belga).
Aunque para los autores “no es demasiado importante saber qué ocurrió en aquellos años del siglo XVI, para comprender el desarrollo de la pintura cuzqueña ulterior, y no es importante porque a raíz e la llegada de tres pintores italianos al Perú entre 1580 y 1600, el mundo de las artes en el virreinato cambia por completo”[2]; es necesario saber los comienzos de la pintura no solo desde la llegada de los españoles, sino también desde el arte y las representaciones prehispánicas para entender cómo esta identidad es revelada después con la identidad del barroco mestizo de la escuela cuzqueña al manifestarse el sincretismo en las representaciones religiosas del siglo XVIII.
Los autores mencionan que existía una técnica pictórica que consistía en pintar telas. “No sabemos que esta técnica haya persistido entre los incas, pero algún tipo de pintura recogieron éstos de las culturas precedentes, puesto que nos consta que hicieron pintura en más de una ocasión”[3]. También, existía la pintura en queros o vasos ceremoniales, técnica que persistió en los incas hasta el siglo XIX.
Igualmente es necesario mencionar que varios pintores españoles en su mayoría no identificados, que realizaron trabajos para las primeras capillas y encargos para el Virrey Don Francisco de Toledo, los cuales fueron confiscados por la corona española y posteriormente extraviados. Adicionalmente la pintura mural fue un precedente a las escuelas pictóricas de la colonia de las cuales no se conserva nada, lastimosamente.
Con este panorama se encontró Bitti en Lima, donde comenzó su trabajo como pintor en el Nuevo Mundo. Posteriormente forma una escuela de pintores manieristas en Cuzco, la capital del desarrollo económico, arquitectónico y pictórico de la zona sur andina. Luego se traslada a Juli y La Paz antes de volver a Lima. Posteriormente viaja a Cuzco de nuevo antes de regresar a Lima, donde murió en 1610 a la edad de 62 años[4].
Este periodo fue suficiente para que Bitti introdujera el manierismo en la pintura colonial andina. “Esta corriente, de gran auge en Europa, se caracterizaba por el tratamiento alargado de las figuras, el resplandor frío de sus colores y el diestro manejo de los escorzos. Durante sus dos estancias en la ciudad del Cuzco, Bernardo Bitti, recibió varios encargos artísticos: hacer el retablo mayor de la iglesia jesuita, sustituido por otro después del terremoto, pintar La coronación de la Virgen y la Virgen del pajarito, en la Catedral de Indios adjunta a la Iglesia de la Compañía. Obras que, lamentablemente se perdieron en el terremoto de 1650”[5].
Es así como el legado de las escuelas manieristas se extiende en las principales escuelas y con los maestros que posteriormente replicarían su enseñanza en sus discípulos. De este estilo academicista dentro de los pintores manieristas de la escuela cuzqueña podemos mencionar varios entre nativos, mestizos y españoles; como Gregorio Gamarra (pintor de los franciscanos mientras Bitti pintaba para los jesuítas, Lázaro Pardo de Lagos (considerado de los últimos manieristas de la escuela cuzqueña) quien no conoció a Bitti y se afirma que aprendió de Gamarra, y transmite su saber a sus hijos Juan, Salvador y Pedro; al igual que a su aprendiz, el pintor indio, Miguel Saqui.
“De acuerdo con las investigaciones realizadas en este tema, es necesario tener en cuenta que entre 1600 y 1816 existieron en Cuzco 12 pintores españoles, 48 indios y 95 mestizos. Estos estaban agrupados en si Gremio de Pintores y se regían por las ‘ordenanzas del Gremio De Pintores, doradores y Encarnadores’ (…) En este sentido enseñar el arte de la pintura a negros, zambos o mulatos, etc., no se podría, como ya sabemos, mantener la ‘pureza de sangre’ de la pintura occidental europeizante”[6].
Con el surgimiento de una clase mestiza que alcanzó a ocupar una posición privilegiada desde la segunda mitad del siglo XVII, la demanda de pinturas para esta nueva clase y el progreso pictórico trajo la evidencia de dos nuevas corrientes del barroco mestizo, por un lado Diego Quispe Tito (1611–1681), quien pintaba fuera de la influencia italiana y flamenca, conservando la influencia del estilo y las técnicas de las escuelas manieristas. El cual es considerado uno de los más grandes pintores del barroco mestizo sudamericano, al recurrir a temas y motivos nativos en representaciones religiosas, logrando un sincretismo que actualmente es de interés para los investigadores del arte colonial.
Y por otro lado Basilio de Santa Cruz Pumacallao(1635–1710), quien según los autores ha sido reconocido por ser el artista que más acercó la pintura andina a una simultaneidad con el trabajo de los pintores de la corte española. Gracias a su mecenas, el obispo de Mollinedo tuvo acceso a la obra de El Greco, Sebastián de Herrera, Juan Carreño, Gaxes y Cano, entre otros. Teniendo la libertad de replicar pinturas manieristas o de escuelas españolas, llevándole a un nivel prolijo en la pintura lo cual lo hace hoy uno de los pintores más importantes de la época colonial.
Estas dos corrientes adicionales a la demanda de la clase mestiza y un ambiente criollo revolucionario, hicieron posible que los pintores criollos (mestizos o indios) posteriormente se emanciparan de los cánones impuestos por los maestros europeos, para pintar mezclando no sólo las técnicas academicistas europeas con la iconografía y los motivos nativos, sino la fluidez y expresividad de las formas de la herencia manierista con una identidad propia en el barroco mestizo.
[1] GISBERT, Teresa y DE MESA, Jorge. Historia de la pintura cuzqueña. Pág. 44.
[2] Ibíd. Pág. 29.
[3] Ibíd. Pág. 30.
[4] Ibíd. Pág. 44.
[5] CAMPBELL BALTA, Aida. Sincretismo en la pintura de la escuela cuzqueña. Las tres etapas de la pintura en la escuela cuzqueña, Siglo XVI. Pág. 103. Fuente.
[6] PIZARRO GÓMEZ, Francisco Javier. Identidad y mestizaje en el arte barroco andino. Pág. 199. Fuente.